Kit Digital: Una oportunidad desaprovechada

Hoy he desayunado fuerte. Así que os voy a explicar por qué el Kit Digital me parece una auténtica basura.

El Kit Digital llegó con la promesa de impulsar la digitalización de pequeñas empresas, microempresas y autónomos en España. En teoría, su propósito es excelente: fomentar la adopción de soluciones digitales, reducir las barreras tecnológicas y mejorar la competitividad de las pymes. Sin embargo, en la práctica, la realidad, caprichosa como siempre, cuenta una historia diferente.

En Etnia, hemos analizado el Kit Digital en profundidad y nos encontramos con dificultades que lo hacen poco eficiente y, en algunos casos, contraproducente:

¿Quién manda las condiciones del trabajo? El kit digital. 

Como no puede ser de otra manera, y como en cualquier subvención, las condiciones para acceder al Kit las establece la burocracia. Y aquí nos sobra bastante de eso (si me animo os doy mi opinión en otra ocasión, pero hoy he venido a hablar del Kit). 

Así funciona la movida: se divide en cinco segmentos según el tamaño de la empresa. Entre las opciones financiables están la creación de sitios web, comercio electrónico, gestión de redes sociales, etc., con cantidades que varían desde 3.000 € para microempresas y autónomos hasta 29.000 € para empresas más grandes. Las microempresas con hasta tres empleados pueden optar también a la compra de un portátil.

Una vez concedida la ayuda, el beneficiario debe seleccionar un Agente Digitalizador (empresa que proporcionará los servicios, en adelante, el rehén). firmar un acuerdo económico, adelantar el IVA, y manos a la obra.

¿Innovación o Low Cost?

El problema del Kit Digital es simple: muchas empresas que acceden al bono no quieren soltar ni un chavo extra. Si tienen 2.000 € para hacer su web y una agencia les cobra 3.000 €, automáticamente la descartan. ¿Por qué pagar más si hay quien lo hace justo por el bono? Así, se premia a quienes ajustan el precio al milímetro, sin importar si ofrecen un servicio de calidad o una web de usar y tirar.

Innovar y ofrecer soluciones bien hechas lleva tiempo, conocimientos y recursos. Detrás hay talento, creatividad, experiencia y horas de trabajo. Y como es difícil medirlo con una fórmula matemática, el sistema tiende a premiar el volumen y la rapidez, no el valor. Lo hemos visto en licitaciones públicas: muchas veces gana quien baja más el precio, aunque el resultado sea un producto mediocre y poco funcional.

Al final, el Kit Digital está diseñado para digitalizar, pero no necesariamente para innovar ni elevar la calidad del mercado. De esta forma, se convierte en una carrera por ver quién hace más proyectos, dejando fuera a quienes realmente aportan valor. Y así, seguimos viendo webs clónicas, con plantillas genéricas y mínimas personalizaciones, estrategias de marketing a medio gas y servicios que, en muchos casos, no reflejan la identidad ni las necesidades de cada negocio y duran lo que tarda en gastarse el bono.

Tardanza en los pagos

Uno de los principales problemas del Kit Digital es la tardanza en los pagos. Cobras tarde, muy tarde, muchos meses tarde. De hecho, hasta que el cliente no confirma el trabajo realizado, no ves un euro. Y aquí empiezan los problemas.

El rehén trabaja, invierte tiempo, recursos y equipo, pero el dinero no llega. ¿Y si se demora? ¿Y si surgen retrasos burocráticos? Mientras tanto, el rehén que ofrece estos servicios sigue pagando sueldos, herramientas y proveedores sin ver un solo ingreso de estos proyectos. Esto supone un riesgo financiero brutal, sobre todo para negocios pequeños que dependen del flujo de caja para operar con normalidad.

Al final, esta dinámica convierte el Kit Digital en un sistema donde el rehén asume la mayor parte del riesgo. Si el cliente se retrasa en la validación o si el papeleo se atasca, el cobro se vuelve una incógnita. Para muchas empresas, esto no es sostenible, lo que hace que solo quienes recortan calidad para compensar el riesgo (o quienes pueden permitirse esperar) se aventuren en este tipo de proyectos.

Los oportunistas atacan

En esta sección me arremango. No vale cualquiera, no. Hay que cumplir con una serie de requisitos que, casualmente, como buen país de lazarillos que somos, pueden favorecen a oportunistas que ven en estas ayudas una forma rápida de hacer negocio sin aportar valor real.

Esto ha provocado la aparición de un montón de rehenes sin pajolera idea de digitalización, vendiendo servicios de chichinabo. Hemos visto muchos anuncios en redes preguntando: ¿Y tú, INÚTIL, por qué sigues sin tu portátil gratis? Así que, lo que debería ser un impulso real para las pymes, acaba financiando a interesados con dinero público. Un chollo para unos pocos, una ruina para muchos. Mientras tanto, muchos profesionales con talento, que realmente podrían ayudar a las pymes a dar el salto digital, se quedan fuera.

El resultado es un ecosistema donde la mediocridad se impone y donde las pymes, en lugar de mejorar, acaban atrapadas en servicios ineficaces. Y lo palpamos con las manos. En Etnia, nos han llegado proyectos hechos con el Kit Digital que son un auténtico despropósito. Webs a medio cocer que parecen sacadas del 2005, que no sirven ni para un PowerPoint de instituto. ¿El resultado? Hemos tenido que rehacerlo todo, con el impacto que eso supone en tiempo y costes para los clientes.

No todo es un naufragio

Después de desahogarme, debo admitir que no todo es un naufragio. Con un presupuesto ya invertido de 3.067 millones de euros, el Kit Digital ha beneficiado a 676.000 pymes a través de 5 convocatorias de ayudas, que empezaron en enero de 2021. Así que, por mucho que los raje en este humilde artículo, por estadística, tiene que haber clientes muy contentos con este programa. Habrá quienes hayan conseguido digitalizarse, mejorar su presencia online y dar un salto cualitativo en su comunicación.

El veredicto final

La idea de apoyar la digitalización es excelente, pero su implementación ha dejado mucho que desear. Las webs mal hechas, la ausencia de una estrategia de marketing, la falta de personalización y el nulo seguimiento y actualización pueden dañar gravemente la imagen de una empresa. Las empresas necesitan soluciones digitales de calidad, no programas burocráticos que terminan beneficiando a quienes menos lo merecen.

Por ahora, el Kit Digital sigue siendo una asignatura pendiente. Es fundamental, y a la vez muy complicado, revisar su funcionamiento y garantizar que los recursos públicos se inviertan en servicios de calidad. En Etnia, seguiremos analizando su evolución.

Para acabar, he de decir que si acudes a nosotros preguntando por el Kit, buenamente te recomendaremos agencias que no te la metan doblada y que de verdad saben lo que hacen y merecen la pena.

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